martes, 25 de septiembre de 2012

Reos del Sella

Una jornada de pesca de reo es siempre para mi un motivo de nerviosismo, y mas después de la larga espera de este año en que las lluvias me impidieron pescarlos durante el mejor mes del reo: junio.
Por si fuera poco, mi último día de reos, a pesar de haber conseguido muchas picadas, fue un dia de esos en los que mejor hubiera sido quedarse en casa: no clavé un solo pez. Pero este año extraño en la pesca, presentía que iba a ser diferente.
Eran las 6 AM cuando salimos desde León dirección al Sella, destino favorito de Isra, mi compañero y el mejor pescador con el que me he cruzado, y las noticias no podían ser mejores: sol, poco viento y muchos peces difíciles(así me gustan) en el río. Emprendimos el camino entre historias de pesca y comentarios de moscas, truchas y los salmones que se estaban dejando ver este año, nos plantamos en el culero de un pozo cerca de Ribadesella para esperar el sereno de mañana.



Los peces se cebaban tímidos pero al alcance, y los dejamos colocarse tranquilamente mientras veíamos amanecer y preparábamos el bajo de 5 ó 6 m terminado en un 10, imprescindible para engañar a estos peces y como mosca yo elegí la hormiga de CDC montada en un #20. Isra falló dos peces pescando muy largo, y cuando un reo se cebo cerca de mi...llegó el primero de la temporada, el día no podía empezar mejor.

La mañana fue transcurriendo con mas fallos que aciertos y con alguna truchilla despistada que nos iba alegrando el día hasta que llegó la invasión en forma de canoas que nos echaban del río y nos obligaban a darnos un descanso que siempre aprovechamos para ir a comer algo a Arriondas y cambiar de lugar de pesca por encima del último “desembarco”.
La tarde se presentó ventosa, pero Isra iba encontrando algunos peces pegados a las orillas e insistiendo iba logrando algunas picadas y clavando algún pez, aunque tratándose de reos muchos acababan escapándose. 


Por mi parte, estuve insistiendo a pez visto y con pequeñas ninfas hasta conseguir clavar dos reos a  pez visto...esto fue lo mejor del día, aunque los dos consiguieron partir el bajo al meterse entre los caleños.


Los reos dejaron de cebarse y aprovechamos para volver a cambiar de puesto. Eran las 17 h y hasta el momento habían llegado a nuestras manos cuatro reos, dos por pescador, y otros muchos habían escapado o no habíamos fallado la clavada. Estaba siendo un buen día de peces difíciles.
Para terminar, y después de la parada reglamentaria de avituallamiento en Arriondas, volvimos al mismo pozo a hacer el sereno de tarde. A las 20 h estábamos en el puesto haciendo la “gaita”, esperando a que los peces volvieran a colocarse. Isra eligió un pequeño tricóptero pálido, mientras que yo solamente cambién mi hormiga por otra igual pero e un #16.
Los peces tardaron una hora eterna en colocarse, una hora en la que no hice un solo lance al agua, bien aconsejado por mi amigo, que sabía que no había que molestar a los peces. Una hora en la que la pesca consistió en no pescar, en la que solo la humildad  me permitió esperar al río hasta que quiso regalarnos un sereno en el que conseguimos cuatro reos mas, y otros tantos que se fueron, en 90 minutos escasos de pesca, hasta que dejaron de cebarse.

 

Es la paradoja del reo, una pesca en la que el que mas pesca es el pesca menos tiempo. Una pesca que consiste en esperar con la línea preparada para hacer dos lances, una deriva perfecta y , con suerte, clavar un reo...sacarlo es otro cantar.

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